Hoy quiero contarles una experiencia, de las más fuertes que viví en la NEO, que hará resonancia en quienes pasaron por allí con sus bebés.
Recuerdo perfectamente el día que nació Martina, una pequeñísima prematura de 27 semanas de gestación.
Entre a tomar la guardia y la vi, descansaba en su incubadora llena de vapor y muy asistida, con muchos y diferentes apoyos para que se adapte, crezca y se desarrolle.
Tome la guardia y quede a cargo de ella. Era la primera vez que me tocaba atender a un paciente tan chiquito, de tamaño y edad (era mi primer medio año en la NEO). Era un gran desafío para mi. Sabía que ante cualquier necesidad estaban mis compañeras para ayudarme, y todo el equipo de salud.
Trabaje toda la mañana con Martina, poniendo, sacando, cambiando medicación.
Suena el teléfono y era la Mama. Estaba muy asustada, y no podía ir a ver a su bebé por su estado de salud.
Llegó a la puerta de la NEO su papá. Ingreso, vio a su hija, desde la distancia, no podía acercarse, estaba tenso, muy asustado. No podía ni hablar. Solo miraba todo con ojos desorbitados.
Martina creció y se desarrolló, dando guerra a todos los que pasábamos. Es una niña muy fuerte, valiente y hermosa.
Fue una experiencia hermosa, difícil pero muy placentera. Cuando uno ve todo ese esfuerzo conjunto para el bien de un paciente y al final de su estadía en la NEO lo ves irse, grande, fuerte, hermoso es uno de los placeres más grandes.
Ese día en el que ella se fue a su casa, sentí que la extrañaría mucho. Habían sido 77 días que la cuide.
Esta fue mi primer experiencia de amor en la NEO, pero después pasaron muchísimas otras.
¿Pasaron estadía en la neo?